viernes, 5 de mayo de 2017

El viejo dolor de los revolucionarios
En estos días sin revoluciones, en estos días tan quietos, pienso en las viejas revoluciones y voy concluyendo que la palabra revolución pasó de moda, y me sorprendo y me angustio al comprender que las palabras y los conceptos pasan de moda, y que siempre hay alguien arriba o abajo que decide hacerlas pasar de moda porque no le convienen. Pasaron de moda las frases conciencia de clases y lucha de clases, y se enterraron las palabras proletariado, insurgencia, rebelión, y los manteles, como escribía Octavio Paz, dejaron de oler a pólvora, y los referentes, los viejos y luminosos referentes, también pasaron de moda, y ya pocos hablan de Lenin o de Trotski, de Marx o de Engel, de Rosa Luxemburgo o de Aleksandra Kollontái, de María Cano o de Teófilo Forero, y si hablan o escriben de ellos suele ser para satanizarlos.
Aquellas viejas palabras fueron reemplazadas por confort, alegría, obediencia, humildad, y el olor a pólvora se transformó en olor a dinero. La lucha bajo una consigna común, la disciplina, el endurecimiento bajo el fuego del riesgo constante que iban conformando a los revolucionarios, según Trotski, se convirtió en una competencia por aparentar, en un cumplir horarios dejando pasar el tiempo, sentados ante una computadora absorbiendo lo que quieren que absorbamos, basura, y en debilidad y facilismo. El lugar de los antiguos referentes, aquellos que dieron la vida por una causa, su causa, o aquellos otros que inventaron sus mundos con una pluma o un pincel, un piano o una cámara, ciegos, epilépticos o atormentados, fue ocupado por las estrellas de la farándula, a quienes volvimos ejemplos que seguimos porque lo importante era y es y será salir en la tele.

Y miramos hacia un lado y hacia otro, y ya nada huele a pólvora, porque hasta a la palabra pólvora la han proscrito. Y miramos hacia adelante y sólo percibimos más confort, más basura, más debilidad, más sonrisas postizas y más estrellas rutilantes que no dicen nada, porque precisamente no decir nada vende, adormece, nos mantiene en zonas de comodidad y nos aleja de aquel viejo dolor que era la esencia de los revolucionarios.


                                                    FICHA DEL DOCUMENTO
1.  Autor del documento 1. Autor (quién es, qué cargo desempeña)
 Fernando Araujo  Vélez : Columnista del Espectador
2. Título  del documento
 El viejo dolor de los revolucionarios
3. Identificación espacial y temporal. (cuándo y dónde se produjo o se dio a conocer este documento)
29 de Abril de 2017
4. Naturaleza del texto (carta, decreto, discurso, libro, panfleto, etc.)
 Libro
5. Tipo de documento (fuente primaria = escrita en la misma época en que acontecieron los hechos descritos; o secundaria = escrita con posterioridad a los hechos relatados)
 Es una fuente secundaria
6. Destinatario (a quién estaba dirigido, ante quién fue dado a conocer)
 Es un periódico y está dirigido al público
7. Ideas principales del documento   
 La vieja revolución queda en el pasado
Hasta la pólvora la han poscrito
8. ¿Cuál es la intención del autor?
Darles a conocer al publico sobre el viejo dolor de los revolucionarios ya que muchos lo han olvidado
9. opinión personal: escriba mínimo un párrafo en donde plasme su criterio personal sobre el texto  
mi opinión es que ya nada es igual a lo que era antes porque a todos se nos olvido la revolución  ahora estamos en un mundo que todo es plata hablar o saber de esos personajes que alguna vez llegaron hacer importantes y que  algunos hasta ahora estamos estamos conociendo o sabiendo de ellos.

 

1 comentario: